- ¿Y tú? ¿A qué te dedicas?
- Soy psicóloga
- ¿Psicóloga? Oye... ¿me estás
psicoanalizando?
Este modelo de conversación, lo
hemos vivido, si no todos, la gran mayoría de los psicólogos de hoy en día.
Parece que cuando una persona ajena a nuestra profesión conoce a qué nos
dedicamos, directamente piensa en que les vamos a psicoanalizar. Y
es algo normal, siendo un aspecto conocido por todos debido a su aparición en novelas, películas...
Por supuesto, dentro de la
psicología hay muchas vertientes diferentes, y tiene que quedar claro que todas
ellas son, y deben ser respetadas. Pero, por esa misma razón, hay que entender
que cada vertiente trabaja de una manera y cada persona por sus características
personales, puede estar más a gusto con una manera de trabajar u otra.
Cada vez me encuentro con más
preguntas de la gente acerca de mi trabajo. El desconocimiento del oficio del
psicólogo es tal que en mi opinión es uno de los primeros causantes de que
mucha gente no valore hasta qué punto le puede ayudar en un momento determinado
de la vida.
"Yo no creo en
psicólogos". La psicología no es algo en lo que haya que creer o no. No
somos adivinos, no leemos la mente, no nos inventamos tratamientos y hacemos
"probatinas" con nuestros clientes. No.
La mayoría de las personas que
han visitado mi consulta me han preguntado "¿Y dónde está el diván?".
No tengo, pues realmente no lo necesito en mi terapia. "Entonces...cómo
trabajas?" Sigue leyendo y te lo explicaré.
Yo soy psicóloga especialista en
terapia cognitivo-conductual. ¿Qué es?. La terapia cognitivo-conductual es la
única en la que sus tratamientos se basan en estudios científicos validados
empíricamente. ¿Esto qué quiere decir? Pues que todas las técnicas que se
utilizan en la sesiones de terapia han sido probadas en numerosos estudios,
realizados por grandes expertos en la materia. Es decir, son técnicas reconocidas
por sus efectos positivos en gran número de personas.
El psicólogo es un profesional de
la conducta humana y trabaja con problemas emocionales. Un problema emocional
es una reacción que la persona ha aprendido en un momento concreto de su vida,
y que le está controlando. Igual que esa reacción se ha aprendido, también
puede desaprenderse. Ahí es donde entra el trabajo del terapeuta, quien
enseñará a la persona las técnicas necesarias para que poniéndolas en práctica
día a día pueda solucionar su problema.
Digamos, que el psicólogo cognitivo-conductual
es como un entrenador. Enseña a la persona las herramientas necesarias para
solucionar su problema y le entrena a ponerlas en práctica. El psicólogo no
resuelve directamente las dificultades de sus clientes, si no que les
proporciona los métodos para hacerlo ellos mismos. De ahí que las sesiones de
terapia sean muy dinámicas y prácticas.
Las sesiones suelen tener una
frecuencia semanal y... ¿en qué consisten?
- Primero tienen lugar unas sesiones de
evaluación, en las que el psicólogo va recabando la información necesaria
acerca del problema de la persona.
- Después, viene una sesión en la que el psicólogo
ya tiene una hipótesis del problema. Cómo se ha originado, por qué todavía se
mantiene... y se plantean las técnicas que van a utilizarse en la intervención.
- Seguidamente empiezan las sesiones de
intervención. ¡Aquí se trabajará duro! El cliente aprenderá las técnicas en la
sesión y después las tendrá que ir poniendo en práctica en su día a día.
- Por último, cuando el problema se haya
solucionado, se espaciarán las sesiones y se realizará un seguimiento para
comprobar que todo está bien.
Resumiendo, es una terapia
activa. En la que tanto la persona como el psicólogo tienen que trabajar, implicarse,
y estar motivados para lograr el cambio y mejoría.