viernes, 8 de agosto de 2014

ADULTOS MODELOS & NIÑOS ESPONJAS

Como psicóloga que soy, me gusta observar a los demás. Y cada vez me doy cuenta de que lo hago más. Intento aprender siempre algo nuevo del comportamiento de una persona con mirarle, observar sus movimientos, sus palabras, sus silencios... Y claro está, los que primero sufren mi afán de observación (y que poco a poco, algunos ya van dándose cuenta) son mis amigos cercanos y mi familia.

Pero, de entre todas las personas, a la que más me gusta observar es a mi sobrino. Un precioso niñito de 2 años y medio, con rizos de oro y sonrisa de pillín. Ver cómo va descubriendo el mundo por sí mismo es un auténtico regalo. Y darte cuenta de que es una auténtica esponja a la hora de aprender (como todos los niños a esa edad), no hace más que reconfirmar las viejas teorías del aprendizaje.




Por ejemplo, solo es necesario pararse a mirar a los niños que tenemos a nuestro alrededor, y darnos cuenta de que un gran porcentaje de lo que aprenden lo hacen al fijarse en los demás. Este tipo de aprendizaje, denominado aprendizaje vicario o por observación, nos convierte a todos los adultos que rodeamos a esos niños, en modelos, en sus figuras de apego a las que ven como guías de su todavía corta vida. Esto es algo que todos sabemos, no es nada nuevo, pero ¿somos realmente conscientes de la importancia de este hecho?

"CHILDREN SEE, CHILDREN DO" ("Los niños ven, los niños hacen"). Es uno de esos vídeos ilustrativos que recorren el mundo entero y que es utilizado en cantidad de charlas y conferencias acerca de psicología y psicopedagogía infantil. Quizá extremo para algunos, pero totalmente cierto.

Al ver el vídeo, y pensar en el trabajo del día a día con niños, me viene a la cabeza un principio básico que debemos recordar: SER CONGRUENTES con lo que decimos y lo que hacemos.

No es difícil encontrar situaciones en las que existe una gran incongruencia entre lo que pedimos a los niños y lo que nosotros hacemos. Por ejemplo, la maestra que en un intento de hacer callar a su alborotada clase dice gritando: "¡He dicho mil veces que en clase no se gritaaaa!"; o también el padre que viendo a su hijo como pega a otro niño en el parque se acerca a él y le pega un cachete mientras le dice: "¡Te he dicho que NO se pega!"

En estas situaciones se crea una contradicción para el niño: ¿si no se puede gritar en clase, por qué mi profesora me habla gritando? Inevitablemente, será más probable que ese niño vuelva a gritar, a si, por el contrario, observa como su maestra habla en un tono tranquilo y normal.

Los niños van a aprender según lo que observen en los demás y no es de utilidad darles una gran cantidad de órdenes y normas si no ven que sus propios padres o profesores las cumplen.

Ya sea con temas cotidianos del día a día, aparentemente carentes de importancia, o con temas y situaciones más complicadas como las que pueden interpretarse en el vídeo, tenemos que ser siempre conscientes de la influencia que nuestras acciones tienen en los más pequeños.


No olvidemos, que nosotros somos sus figuras de apego y modelos más cercanos, y ellos, son verdaderas esponjas.

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