martes, 19 de agosto de 2014

EL SUICIDIO. AQUEL EXTRAÑO



En las últimas semanas los medios de comunicación han ardido de noticias sobre el fallecimiento del actor Robin Williams. Internet y las redes sociales también se ha sumado con mensajes, entradas, comentarios... incluso han salido nuevos artículos relacionados con ello, con la enfermedad mental, la depresión, el Parkinson, el suicidio... todo lo que ha envuelto la trágica noticia.

Suicidio, una palabra desconocida. De la que los medios de comunicación hablan y mediatizan y consiguen que esté en boca de todos, pero sin a veces conocerla del todo.

Sigue siendo considerada, para muchos, una palabra tabú. Da miedo pronunciarla, y más aún, nos aterra preguntar a una persona si alguna vez ha pensado en quitarse su propia vida. Quizá por temor a la contestación y a no saber cómo actuar si la respuesta en SI.

El suicidio es, en la mayoría de los casos, la última salida que encuentran las personas deprimidas para escapar de su situación. Llega un momento en el que es su propia vida la que les pesa, cada hora, cada minuto, cada segundo... las razones para vivir parece que ya no existen y quitarse la vida es visto como la única solución para acabar con tanto sufrimiento.



Durante mucho tiempo se ha hablado de los mitos del suicidio. Falsas creencias que corren por las mentes de la mayoría de las personas, pero que como su nombre indica, son totalmente falsas. De todas ellas yo me quedo con tres:

  • Hablar de suicidio influirá en querer llevarlo a cabo: Aquí es donde viene el miedo social a hablar de suicidio. Pensamos que si hablamos abiertamente este tema con una persona que tiene ideas de suicidio, aumentará el riesgo de que lo llegue a realizar. Bien, esta afirmación es totalmente falsa. De hecho se cree que hablar del tema no solo ayuda a normalizar la situación y aceptar el suicidio como una respuesta de escape de la persona que sufre, sino que además puede producir el efecto contrario y disminuir el deseo de llevarlo a cabo.
  • Las personas se suicidan sin previo aviso: Falso. Una persona no se quita la vida de la noche a la mañana, y siempre existen "signos" visibles en la persona que está sufriendo. Posiblemente esté pasando por un proceso depresivo, lo cual dejará a la vista diversos síntomas que nos pueden alertar, o tenga algún otro tipo de trastorno psicótico, el cual también se habrá hecho visible previamente.
  • Las personas que dicen que se van a suicidar realmente no lo hacen: tengamos cuidado con esto. Un alto porcentaje de las personas que se suicidan ya habían avisado previamente de sus intenciones. Por ello, estemos alertados con el típico comentario de "lo dice para llamar la atención". Quizá más que una llamada de atención es un grito de socorro.

El suicidio, como ya he dicho, no deja de ser la única manera de escapar que encuentran algunas personas en momentos de angustia. Por ello, intentemos (sobre todo los psicólogos y psicoterapeutas) descifrar los signos previos que nos puedan indicar ideas suicidas y tratemos el tema abiertamente en terapia. Una ayuda a tiempo puede cambiarlo todo.

viernes, 8 de agosto de 2014

ADULTOS MODELOS & NIÑOS ESPONJAS

Como psicóloga que soy, me gusta observar a los demás. Y cada vez me doy cuenta de que lo hago más. Intento aprender siempre algo nuevo del comportamiento de una persona con mirarle, observar sus movimientos, sus palabras, sus silencios... Y claro está, los que primero sufren mi afán de observación (y que poco a poco, algunos ya van dándose cuenta) son mis amigos cercanos y mi familia.

Pero, de entre todas las personas, a la que más me gusta observar es a mi sobrino. Un precioso niñito de 2 años y medio, con rizos de oro y sonrisa de pillín. Ver cómo va descubriendo el mundo por sí mismo es un auténtico regalo. Y darte cuenta de que es una auténtica esponja a la hora de aprender (como todos los niños a esa edad), no hace más que reconfirmar las viejas teorías del aprendizaje.




Por ejemplo, solo es necesario pararse a mirar a los niños que tenemos a nuestro alrededor, y darnos cuenta de que un gran porcentaje de lo que aprenden lo hacen al fijarse en los demás. Este tipo de aprendizaje, denominado aprendizaje vicario o por observación, nos convierte a todos los adultos que rodeamos a esos niños, en modelos, en sus figuras de apego a las que ven como guías de su todavía corta vida. Esto es algo que todos sabemos, no es nada nuevo, pero ¿somos realmente conscientes de la importancia de este hecho?

"CHILDREN SEE, CHILDREN DO" ("Los niños ven, los niños hacen"). Es uno de esos vídeos ilustrativos que recorren el mundo entero y que es utilizado en cantidad de charlas y conferencias acerca de psicología y psicopedagogía infantil. Quizá extremo para algunos, pero totalmente cierto.

Al ver el vídeo, y pensar en el trabajo del día a día con niños, me viene a la cabeza un principio básico que debemos recordar: SER CONGRUENTES con lo que decimos y lo que hacemos.

No es difícil encontrar situaciones en las que existe una gran incongruencia entre lo que pedimos a los niños y lo que nosotros hacemos. Por ejemplo, la maestra que en un intento de hacer callar a su alborotada clase dice gritando: "¡He dicho mil veces que en clase no se gritaaaa!"; o también el padre que viendo a su hijo como pega a otro niño en el parque se acerca a él y le pega un cachete mientras le dice: "¡Te he dicho que NO se pega!"

En estas situaciones se crea una contradicción para el niño: ¿si no se puede gritar en clase, por qué mi profesora me habla gritando? Inevitablemente, será más probable que ese niño vuelva a gritar, a si, por el contrario, observa como su maestra habla en un tono tranquilo y normal.

Los niños van a aprender según lo que observen en los demás y no es de utilidad darles una gran cantidad de órdenes y normas si no ven que sus propios padres o profesores las cumplen.

Ya sea con temas cotidianos del día a día, aparentemente carentes de importancia, o con temas y situaciones más complicadas como las que pueden interpretarse en el vídeo, tenemos que ser siempre conscientes de la influencia que nuestras acciones tienen en los más pequeños.


No olvidemos, que nosotros somos sus figuras de apego y modelos más cercanos, y ellos, son verdaderas esponjas.